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©Sonia Jiménez Tirado

El olvido

Ahora que ya no estás,
que es como si nunca hubieras existido,
te conviertes en espejismo
como un oasis de cariño en un desierto de afectos.

Ahora que duermo y despierto sin pensar en ti,
que no te sueño,
sé que mi inconsciencia te expulsó de lo intocable,
después de haberte grabado a fierro.

Ahora que ya no te recuerdo cada día,
que mi memoria marchita aquellos buenos momentos
bajo el yugo insoslayable del tiempo,
sé que tu amor era ralo y perecedero.

Ahora que me has deshabitado y ya no me dueles,
que tu ausencia es un motivo más de mi alegría,
entiendo que lo indefendible
acaba condenándose a sí mismo
.
Ahora que mi amor te desconoce y te llama al desengaño
sé que ya no eres y que solo fuiste,
como un pasado sin nombre
hijo bastardo del tiempo.

Ahora que ya lamí todas mis heridas
y reconozco más felicidad dentro que fuera,
sé que tenías que salir
para que ella pudiera entrar.

Ahora que entendí la Babilonia de tus sentires
sé dónde empieza lo cierto y donde el engaño
la trampa de perfecto
y la perdición de lo inalcanzable.

Ahora que desenterré a mis muertos
en busca del tiempo y me perdoné,
vivo sin rémora
y sin miedo a los espejos.

Ahora que te escucho
y oigo al ser humano y no al Dios
sé que te has condenado a ti mismo
en la torpeza de un credo absurdo y dañino.

Ahora que te olvidé
aunque jamás hubiera querido
ahora que te olvidé
sé lo que es el olvido.

© sJt
© Ana Medina