todas ellas como leones hambrientos
se mueven sin embargo
al alcance del zarpazo.
Distancias inmensas
que ocupan existencias enteras
mientas la voz del mundo,
calla,
secreto a voces
de medias lunes
y sones.
Misericordia el silencio
el espacio que nadie habita
y la pena.
Y así es como me abandono
a la distancia y el destino
de dejarme atrás,
como si solo existiera el ayer,
el recuerdo sin mañana,
como si el daño fuera un Dios
capaz de transformarse en aire
y desaparecer
y yo fuera incapaz de olvidarte,
y me desconozco
en mi propia vida
y hasta en mi muerte,
agonizante espera
esta distancia
que se forja lenta y punzante
al verte y no encontrarte.
© Sonia Jiménez Tirado