He mirado atrás un solo instante, buscando un gigante de sonrisa amable, de esos que fueron abrazados por el destiempo y la muerte.
Y te vi, a lo lejos de los años, permanente como el latido del reloj.
Aún atrapas mariposas en el zaguán de mi alma y me sigues contando historias de insectos mágicos.
Hoy, he mirado un solo instante atrás, quizás porque las fechas frías, despintadas del calendario, han remarcado silencios y ausencias, porque a mi cara le falta la aspereza de tu barba blanca y porque ya nadie pone en orden mi flequillo despeinado.
Y estás allí, con las manos en alto, señalándome una estrella del cielo.
Es el día... del adiós, del mutismo, de la incomprensión, de la rabia... de una despedida precipitada y desmedida, de la falta de tiempo, de flores desheredadas del perfume.
Ha sido un solo instante para despistar al vacío y los pasos huecos, para rehusar la tristeza y traerte al presente, para que veas lo que quiero enseñarte y nunca más te vayas.
A mi Abuelo.
sJt