para acabar en el después
que vino a destruirnos
y volver una y otra vez
a una espiral de humo blanquecino
que te dibuja y me asfixia.
Puedo empezar por describirte
con voz de pájaro
y el corazón de una cometa
que ha perdido el alma
en algún vuelo sobre la ciudad
y que viene arrastrándose por el cielo,
salvaje,
azul y profundo
de una tarde cualquiera frente al mar.
Sé que tienes un destino
que se está muriendo
lejos del mío
en una espera infinita de soledades,
soñando primaveras
de un abril perdido
que sabe a pasado
y que ya no brilla
Te veo, a lo lejos,
en tu eterna despedida
que no me asusta,
por que sé que escondes las ansias
de quedarte y vuelves.
Cansado,
tu corazón se va apagando
en latidos sin brío
y sin ganas,
mustio,
igual a la flor a la que nadie recordó regar.
Puedo empezar por confiarte
y saberte encontrado
aun con la certeza
de haberte perdido
en el naranja en aquel amanecer
al que no sobrevivimos.
Sí, lo sé.
Sé que vives anclado
a un presente hostigado,
abatido en la guerra
de no saber ser
ni saber estar,
preso de tu propia inquisición,
sumiso al legado que te has dejado a ti mismo.
Sé que en tu inherente cobardía
has decidido dejarte morir,
acercándote a las tinieblas
de la dueña única de tiempo.
Sé que te irás anegado de paz
con el rostro bañado por una sonrisa,
idéntica a la de aquella primera vez.
Lo sé.
Puedo volver a empezar
antes de que el velo negro me cubra
en un desgaste de vida
y no recordarte jamás
pero la imposibilidad es la sola luz
que me alumbra
en este mundo de ocaso gris
en el que yo me quedo
aunque tú te vayas.
sJt
©Man Ray