A veces me consiento inundarme el cuerpo de caricias, ironía de mi carne que aun a media vida te reclama.
A veces sucumbo sin remedio a la levedad de un recuerdo, huérfano de un presente y hasta de un pasado, fiel reflejo de una ausencia permanente.
A veces me retraigo y me sobrentiendo en una amalgama de palabras buscando, tal vez, el significado perdido de tantos silencios, excavando en un pozo de desagravios y perdones que me conducen sin misericordia a un abismo de inconsciencia.
A veces me infundo el valor para salir a la intemperie mientras llueve sin clemencia, mientras la luna se encierra en aquel desván del olvido al que acudiré cuando ya no me queden fuerzas y el desgaste de una vida vivida me venga a rendir cuentas.
A veces, sólo a veces, me permito sobrevivir la memoria, rescatarla de un invierno de nieves para dejarla caer sobre la primavera de un abril intenso, dejando a un lado la voracidad del tiempo, ese que nos ha traído hasta aquí sin tregua.
A veces, voy y vengo, dando vueltas en una espiral sin fin que me reconduce una y mil veces a ti, como si fuera posible dominar al inmanejable destino, como si fuera posible morir hoy para resucitar mañana.
A veces... sólo a veces, recupero el aliento después de un cruce de miradas y vuelvo... a veces, vuelvo.
sJt
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