Sólo quisiera que en el siguiente despuntar del sol, mis alas ya cansadas de ensayos, hubieran aprendido a volar y al fin, que el aire que envuelve el vuelo eterno me acariciara con su brisa, dejarme ir en él y no volver... sólo regresar al lugar que no fuera este, sino este mismo caminado por el tiempo, en el que las heridas se cauterizan a fuego en el instante primero, ni sangran ni duelen más y solo dejan marcas bonitas sobre las que pasar los dedos y recordar que valieron la pena. Sólo quiero, que mi ayer visto desde mañana tenga el semblante de una sonrisa y que hoy sea el momento en el que depositar la fe.
Sólo... como las golondrinas que emigran, buscando su lugar que es cualquier lugar de sol radiante y retornan al cualquier lugar que era suyo, quiero desplegar mis alas azules y dejar ver que en mi pecho habita el blanco que nunca se dejó ver... y mostrarlo níveo y deslumbrante, custodiando al alma que me tanto me habló de libertades simultáneas que se contradicen en significado y de amar sin límite... del amor que no ama un cuerpo sino a otra alma... la única... la que está dispuesta a saltarse los destiempos y volar con la tuya hacia lo eterno... dejando el nido perfecto agarrado al cielo para anidar en lo infinito.
Sólo quiero que cuando atraviese el horizonte, pueda mirar atrás y en la orilla no queden lágrimas, ni soledades, ni manos que digan adiós sino un hasta siempre se haya quedado dibujado en la arena, que no haya quién espere...
Sólo quiero, no estar solo, ni despedidas con mi nombre, ni mármoles blancos que torturen mi recuerdo, ni flores que se marchiten sin nadie que las admire, no quiero que me anuden en las memorias a un lugar en el que jamás estuve, quiero estar siempre en el aire, en las risas, en la fechas, en los horarios... en la felicidad de los momentos compartidos...
Y entonces, al otro lado del naranja del cielo, no adquirir, ni poseer sino solamente... SER.
sJt
