Sumergidos en pleno siglo XXI, procedentes la mayoría de nosotros, con los anhelos inculcados, del anterior, idealizando este como el nuevo de la libertad y los valores.
Se han debido perder por el camino, porque por más que miro no los encuentro, sino en los escaparates de última moda, eso si, algunos tremendamente grotescos y estrafalarios... Tendencias.
A golpes de pecho sordos, nos proclamamos libres... si... libres, en esta gran jaula de leyes y normas a las que sucumbimos presos de las opiniones de los que siguen haciendo girar la rueda.
Dueños... de lo que somos y de las apariencias que fijamos para ser ideales, porque para nosotros... somos lo que somos... libres...
A pies juntillas por la linea que marca la tiza de los que vinieron delante, un tanto borrosa de los que intentaron difuminarla desviándose hacia ideas propias, a escondidas y cómplices, solo, de aquellos de sonríen y se entienden, de esos que observan y no hablan, de otros que se comparan y se identifican, de uno mismo, que calla y levanta la voz a la vez.
Es esta sociedad autista la emite balbuceos que no entendemos, al menos yo, quizás sea la hora de empezar a enseñarla a hablar nuestro idioma, sin tantos trazos premarcados, sin tantas raíces esclavas del tiesto en el que nacieron.
Es la Libertad, no la que nos concede la ley, sino la que libera el alma la que continuamente nos falta, con cada gesto que disimulamos, con cada compromiso que nos hacen firmar para hacerlo veraz, con cada paso atrás por "el que pensarán", con cada sensación, sentimiento, con cada credo propio que incumplimos.
Seguimos mirando a nuestro alrededor, plagiando a los de antes. En los que no proceden, inculcando valores que ni son nuestros ni nos pertenecen, corrigiéndoles el exceso de atrevimiento. Siguiendo las pautas.
No hablo de libre albedrío, sino de la tranquilidad de conciencia, de ser libre de cargas, de no tener miedo a equivocarse, libres para pensar y sentir, para ir y volver sin tener que agachar la cabeza, para trazar un camino por el que quizás, nadie antes haya pasado y ser valiente y seguir.
Libertad que no está escrita en ningún papel, que no pone en orden lo días de lluvia según las épocas del año, que no pone nombres que pesan como losas de mármol, que no organiza cada palabra según el diccionario, que no corrige el ir y venir de las olas del mar, que despeja las dudas existenciales con la sencilla opción de poder intentarlo, en la que no hay enteros sies o noes, en la que existen las medias tintas, ni blanco ni negro, sino los mil colores que hay entre ellos.
Libertad que sonríe cada mañana en la puerta de tu casa, libertad que si no la buscas ella sola te encuentra. La que deja todas las piedras en el camino y te da derecho a tropezar sin burlas, la que no pone carteles de peligro que lo fué para otro, que te deja arriesgar si tú confías.
Libertad que necesita hombre para dejar libre el alma.