Según el diccionario de la R.A.E los Vértices son aquellos lugares en donde convergen dos rectas, las aristas de un poliedro o la cúspide de una pirámide, creo firmemente que los vértices de la vida distan mucho de todos esos eufemismos y son personas, lugares, momentos, canciones...
Vértices es mi segundo poemario que el día 25 puse en vuestras manos y en ellas lo dejo. Espero de corazón que sea caricia, alarma y arañazo.
Sabed que Eva Serrano, nuestra Nuke, le ha hecho una portada de ensueño, blanca, karma, verdad. Podéis visitar sus trabajos en El Rincón de Nuke. Nos traemos algo fuerte entre manos, sólo necesitamos tiempo, aire y música y que las musas nos sigan bailando bonito.
Gracias desde mi más profundo centro, amiga mía.
Luz Almagro ha hecho un prólogo-tatuaje. No gracias a ti, gracias a la vida por traerte cerca.
Yoli Rodríguez Menéndez ha hecho un dibujo en forma de Carta al Lector, una flor en una urna que sobrevive por el esmerado cuidado de la bestia. ¿Flor? o ¿bestia?. Gracias, canija.
Y Alberto Pizarro Gómez ha sellado la última página con un epílogo-letanía-poema. Trovador de corazón de sonrisa eterna. Mi buen amigo, gracias. Podéis visitar su blog-universo en Otros Telegramas
Rodrigo Gómez Pastor responsable de que suene tan bonito. Tres, dos, uno... te abrazo. Otra vez, gracias a la vida.
Y gracias a todos los que habéis esperado, a los que me camináis de cerca, a los que acabáis de encontrarme, a los que casi nunca venís, a los que lo hacéis cada día, a los que me hacéis silencio y lágrima, a los que me sonreís y a todos, en definitiva, a TODOS GRACIAS.
Podéis adquirirlo en Vértices en Amazon. En la Papelería-Librería Elbo de Úbeda y Baeza, en la escuela de Álika Danza en Jaén y en Carrefour Jaén.
Que la vida os abrace.
Vértices... Mi ventana de infinitos.
El tiempo pasa, y las ilusiones que de niños nos hacían soñar bajan a la tierra para hacerse realidad.
Corría un 1 de septiembre cuando Mil Pedazos Más hecho libro salía a calle, me acompañaban los de siempre y otros que se han ido quedando en las estaciones de la vida, GRACIAS a todos por acompañarme.
Hoy os acerco mi ventana de infinitos, Vértices pronto caerá en vuestras manos, si así lo queréis, y yo podré sonreirle una vez más a la vida. Os hablaría de luz y oscuridad, de lo que significa vivir y estar vivo, os hablaría de madrugadas a la intemperie y de abrazos capaces de curarlo todo, sin embargo, me gustaría, si fuera posible, que cerréis los ojos un sólo instante e imaginéis.
Imagina que llueve...
... imagina que sale el sol...
... imagina el mar...
He pedido mis tres deseos y me han sido concedidos.
Esta vez no estoy sola.
Eva Serrano a quien pertenece la portada de este libro. GRACIAS por el sí rotundo, por haber hecho de mis Vértices, los tuyos, y por tanto que me regalas. Has creado la ventana de infinitos perfecta, la has hecho a medida y eso se nota. Sigue volando cada amanecer cerca del sol, no hay nada más gratificante que verte hacerlo y que tus musas bailen, siempre, allá donde quieran, libres.
Gracias a Luz Almagro quien firmara el prólogo de este libro, la vida teje, amiga mía y también hila, que no es lo mismo. Un Ave Fénix, quizá, con el alma de cartón que no teme a las tormentas. No hemos hecho más que comenzar a andar, que la vida y la poesía venga a nosotras.
Gracias a Yolanda Rodríguez Menéndez, mi Yoli, quien firma la Carta al Lector, desde que te conozco no necesito espejos. Una radiografía perfecta. A tu pluma le faltan alas y le sobra la mordaza, espero verte nacer.
A mi buen amigo Alberto quien firma la última página de este libro, mi trovador de alma, seguiremos acudiendo allí donde nos llamen con nuestra trova y nuestra amistad que no entiende tiempos ni distancias. A ti, Rosa Luján, gracias por no dejar nunca que los hilos se enreden.
A Rodrigo Gómez Pastor por tu música, por tu Luz en la oscuridad, por tu magia, la tienes y sabes portarla. Caminante, no hay camino... GRACIAS.
Y a todos los que de una forma u otra estáis pendientes de mí, a mis amigos y mi familia, a mis 300... y a quienes no nombro y no por ello, olvido.
Que empiece la cuenta regresiva. GRACIAS.
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He escuchado hablar...
He escuchado hablar de amor... A aquellos que han amado toda una vida y a los que nunca han amado.
A esos a los que el amor se les ha hecho viejo dentro del pecho y a los que lo han perdido sin la oportunidad de estrenarlo.
He escuchado hablar de amor a borrachos de pasión cegados por la luz de breves instantes de intimidad furtiva, también a adolescentes de su amor primero.
A aquellos que hacen del amor una hermandad eterna, y creen.
He escuchado llamar al amor, serenidad, paz interior... piedad.
He escuchado hablar a los desconfiados, a los incrédulos y desengañados.
A aquellos que encontraron el amor demasiado tarde o demasiado pronto, todos creyeron encontrarlo a destiempo.
He escuchado a sanadores, eruditos y filósofos y no he entendido ni una sola palabra.
He oído a quienes no tienen hijos y a los que los sí tienen, y he asentido.
A esos que han amado una vida entera en secreto y a los que gritaron sin ser jamás escuchados.
He escuchado hablar de amor a los que juraron decir adiós en pos de la felicidad ajena, y no los creo.
He oído hablar de otras vidas y almas gemelas, de eternidad, y he escuchado atenta hablar de leyendas de hilos rojos, sí, sí creo.
Sin embargo, también he escuchado hablar del amor a aquellos a los que la vida se les ha caído de las manos, a los que reconstruyen con mimo su amor... propio.
A los que dijeron adiós a destiempo, a los que sintieron como se rompían sus costillas el día de la despedida.
Me quedo con aquellos que aman a pesar del dolor, del tiempo y las distancias, a los que aman siempre, siendo siempre todos los días de sus vidas.
Con los que aman a sus padres y hermanos. A sus amigos y por encima de todo, a sus hijos.
También con los que aman a los animales.
Trato de no escuchar, eso sí, a los que juran amor en vano, a los que se vanaglorian de ofrecer amor a manos llenas, a aquellos que juegan a amar pero que jamás les ha sido concedida la fortuna del amor. A los que aman hoy y olvidan mañana. A los que nunca perdonan y en definitiva, a los que no saben amar porque nunca entendieron qué era el amor.
© Sonia Jiménez Tirado
A esos a los que el amor se les ha hecho viejo dentro del pecho y a los que lo han perdido sin la oportunidad de estrenarlo.
He escuchado hablar de amor a borrachos de pasión cegados por la luz de breves instantes de intimidad furtiva, también a adolescentes de su amor primero.
A aquellos que hacen del amor una hermandad eterna, y creen.
He escuchado llamar al amor, serenidad, paz interior... piedad.
He escuchado hablar a los desconfiados, a los incrédulos y desengañados.
A aquellos que encontraron el amor demasiado tarde o demasiado pronto, todos creyeron encontrarlo a destiempo.
He escuchado a sanadores, eruditos y filósofos y no he entendido ni una sola palabra.
He oído a quienes no tienen hijos y a los que los sí tienen, y he asentido.
A esos que han amado una vida entera en secreto y a los que gritaron sin ser jamás escuchados.
He escuchado hablar de amor a los que juraron decir adiós en pos de la felicidad ajena, y no los creo.
He oído hablar de otras vidas y almas gemelas, de eternidad, y he escuchado atenta hablar de leyendas de hilos rojos, sí, sí creo.
Sin embargo, también he escuchado hablar del amor a aquellos a los que la vida se les ha caído de las manos, a los que reconstruyen con mimo su amor... propio.
A los que dijeron adiós a destiempo, a los que sintieron como se rompían sus costillas el día de la despedida.
Me quedo con aquellos que aman a pesar del dolor, del tiempo y las distancias, a los que aman siempre, siendo siempre todos los días de sus vidas.
Con los que aman a sus padres y hermanos. A sus amigos y por encima de todo, a sus hijos.
También con los que aman a los animales.
Trato de no escuchar, eso sí, a los que juran amor en vano, a los que se vanaglorian de ofrecer amor a manos llenas, a aquellos que juegan a amar pero que jamás les ha sido concedida la fortuna del amor. A los que aman hoy y olvidan mañana. A los que nunca perdonan y en definitiva, a los que no saben amar porque nunca entendieron qué era el amor.
© Sonia Jiménez Tirado
© Ana Medina
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sonia
De huracanes e infinitos
Tenia licencia para quererte
para estrellarme en tu pecho
y hacerte primaveras.
Tenía la vida en azul fuerte
y el rojo latiéndome dentro de las costillas.
Tenía las manos vacías
y tú,
un arsenal de caricias que se te escurrían entre los dedos.
Yo tenía un hueco
y tú la pieza perfecta,
un roto para un descosido que dicen por ahí.
Tú traías fuego
y yo era todo mecha.
Tenías permiso para quererme,
y para irte quedando de la manera
en la que te vas yendo sin hacerse notar.
Tú traías un sueño a medias
y yo tenía mil finales perfectos.
Eras todo luz en un mundo de oscuridad.
Traías la fuerza de la gravedad a tus pies
suplicando piedad,
y el calor del sol que acaba con el invierno
al llegar el mes de abril
calentándote la vida.
Yo tenía un destino a medias
y un amor sin estrenar,
y tú, un corazón roto
todo astillas
imposible de curar.
Tenía "ojalás" adornándome la vida,
y tú un "para siempre" demasiado fácil
colgado a un "te quiero"
a mi suerte,
siempre con tan mala suerte.
Me dijiste "eres luz"
porque tú eras túnel.
"Quédate"
porque tú te irías.
Y "ríe"
porque sabías que tenía mares por crear.
Tenía todas las ganas
aunque no supiera de qué
y tú querías quedarte
hasta un segundo antes de irte.
Te llamabas como la salvación del mundo
y te hice mi credo,
y creí que después de ti
no habría un mañana
pero desperté,
recogí mi alma del suelo,
me coloqué como pude el pelo
y comencé a vivir
como si aquel huracán
no hubiera pasado por mi vida.
©Sonia Jiménez Tirado
para estrellarme en tu pecho
y hacerte primaveras.
Tenía la vida en azul fuerte
y el rojo latiéndome dentro de las costillas.
Tenía las manos vacías
y tú,
un arsenal de caricias que se te escurrían entre los dedos.
Yo tenía un hueco
y tú la pieza perfecta,
un roto para un descosido que dicen por ahí.
Tú traías fuego
y yo era todo mecha.
Tenías permiso para quererme,
y para irte quedando de la manera
en la que te vas yendo sin hacerse notar.
Tú traías un sueño a medias
y yo tenía mil finales perfectos.
Eras todo luz en un mundo de oscuridad.
Traías la fuerza de la gravedad a tus pies
suplicando piedad,
y el calor del sol que acaba con el invierno
al llegar el mes de abril
calentándote la vida.
Yo tenía un destino a medias
y un amor sin estrenar,
y tú, un corazón roto
todo astillas
imposible de curar.
Tenía "ojalás" adornándome la vida,
y tú un "para siempre" demasiado fácil
colgado a un "te quiero"
a mi suerte,
siempre con tan mala suerte.
Me dijiste "eres luz"
porque tú eras túnel.
"Quédate"
porque tú te irías.
Y "ríe"
porque sabías que tenía mares por crear.
Tenía todas las ganas
aunque no supiera de qué
y tú querías quedarte
hasta un segundo antes de irte.
Te llamabas como la salvación del mundo
y te hice mi credo,
y creí que después de ti
no habría un mañana
pero desperté,
recogí mi alma del suelo,
me coloqué como pude el pelo
y comencé a vivir
como si aquel huracán
no hubiera pasado por mi vida.
©Sonia Jiménez Tirado
©Juan Martínez Morenilla
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