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©Sonia Jiménez Tirado

He escuchado hablar...

He escuchado hablar de amor... A aquellos que han amado toda una vida y a los que nunca han amado. 
A esos a los que el amor se les ha hecho viejo dentro del pecho y a los que lo han perdido sin la oportunidad de estrenarlo. 
He escuchado hablar de amor a borrachos de pasión cegados por la luz de breves instantes de intimidad furtiva, también a adolescentes de su amor primero.
A aquellos que hacen del amor una hermandad eterna, y creen.
He escuchado llamar al amor, serenidad, paz interior... piedad.
He escuchado hablar a los desconfiados, a los incrédulos y desengañados.
A aquellos que encontraron el amor demasiado tarde o demasiado pronto, todos creyeron encontrarlo a destiempo.
He escuchado a sanadores, eruditos y filósofos y no he entendido ni una sola palabra.
He oído a quienes no tienen hijos y a los que los sí tienen, y he asentido.
A esos que han amado una vida entera en secreto y a los que gritaron sin ser jamás escuchados.
He escuchado hablar de amor a los que juraron decir adiós en pos de la felicidad ajena, y no los creo.
He oído hablar de otras vidas y almas gemelas, de eternidad, y he escuchado atenta hablar de leyendas de hilos rojos, sí, sí creo.
Sin embargo, también he escuchado hablar del amor a aquellos a los que la vida se les ha caído de las manos, a los que reconstruyen con mimo su amor... propio.
A los que dijeron adiós a destiempo, a los que sintieron como se rompían sus costillas el día de la despedida.
Me quedo con aquellos que aman a pesar del dolor, del tiempo y las distancias, a los que aman siempre, siendo siempre todos los días de sus vidas.
Con los que aman a sus padres y hermanos. A sus amigos y por encima de todo, a sus hijos.
También con los que aman a los animales.
Trato de no escuchar, eso sí, a los que juran amor en vano, a los que se vanaglorian de ofrecer amor a manos llenas, a aquellos que juegan a amar pero que jamás les ha sido concedida la fortuna del amor. A los que aman hoy y olvidan mañana. A los que nunca perdonan y en definitiva, a los que no saben amar porque nunca entendieron qué era el amor.

© Sonia Jiménez Tirado 



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